En esta segunda parte de la serie de artículos La dinastía Julio-Claudia en el péplum os hablaremos de dos de los tópicos que, sin duda alguna, más han influido en nuestra forma de percibir no sólo a emperadores y emperatrices, sino también a la propia idea de Roma.
Siguiendo con lo que os contamos en el artículo anterior sobre que la Antigua Roma en el cine peplum es interpretada desde una óptica cristiana, la imagen de la misma es la de una civilización marcada por la decadencia frente a la llegada de una nueva era. Sin embargo, este aspecto decadente y extravagante de Roma es uno de los principales atractivos del género.
Índice
Banquetes, bailarinas y lujos: exotismo y corrupción moral en la antigua roma
El retrato de Roma va a estar marcado por la grandilocuencia y el exceso, desde la arquitectura a los vestidos extravagantes, pasando por fastuosas cortes y espectáculos donde se aprecia el recargo y el colorido. Es un mundo exótico y brillante que pretende atraer al espectador, pero está corrompido en su interior.
Uno de los elementos más característicos del peplum es el lujo y la ostentación omnipresente en la escena. Aparentemente, los romanos, o más bien la aristocracia y la corte que suelen ser los protagonistas, llevan una vida de fiestas y lujo constante. Esto resulta muy explícito en el discurso introductorio de La túnica sagrada, en la cual se alude a que el noble romano debe preocuparse únicamente de satisfacer sus placeres.
«Nosotros, los nobles de Roma somos libres de vivir solo para nuestros propios placeres ¿Podría ningún dios ofrecernos más?» La túnica sagrada (1953)
Un elemento prácticamente indisoluble del peplum serán los fastuosos banquetes con música, bailarinas exóticas, luchas y divertimentos de todo tipo. Pese a que este exceso fuera moralmente criticable por el espectador, esta evocación de un mundo exótico y sin los problemas del mundo contemporáneo resultaba muy atractiva y glamurosa, permitiendo evadirse en un ambiente idealizado de fiestas y banquetes.
Quo Vadis? por su carácter monumental es una de las películas más representativas de este género cinematográfico y, concretamente, del periodo en el que la historia se ubica. La corte de Nerón se muestra como un lugar de lujo y fiestas pero también marcada por una profunda decadencia, en la cual nadie se atreve a opinar libremente por miedo y donde el poder lo ejercen aquellos que manipulan al emperador, ya sean el virtuoso Petronio o los ambiciosos Tigelino y Popea.
«Pero es que me irrita la plebe. ¡Me irrita! ¿He de vivir yo para ella, o ella para mi?» Quo Vadis? (1951)
Esta corrupción del poder es perceptible en la arbitrariedad y crueldad con la que el despótico Nerón toma decisiones, citando como ejemplo destacable el regalo de Ligia, la hija de un senador, a Vinicio, su general victorioso. Asimismo, el desdén de Nerón por el gobierno queda latente en su preocupación de ser artista, manifestando su odio hacia el pueblo romano, al que llega a castigar con un incendio para completar su obra. Estos hechos, entre otros tantos, hacen que en la práctica el tema de la película sea Nerón y su corte, ensombreciendo la trama principal. Elementos similares serán apreciados en otras películas, como es el comportamiento de Calígula en La túnica sagrada o Demetrius y los gladiadores. Asimismo, el tema de la corrupción y manipulación es apreciable en las películas de Mesalina, donde Claudio es manejado a su antojo por consejeros corruptos y su esposa Mesalina.
El desquiciado Calígula de Demetrio y los gladiadores gusta de hacer disparatadas muestras de sadismo, como abordar como a su pobre tío Claudio a altas horas de la noche a punta de pugio.
Emperatrices arteras, galanes en túnica y esposos ingenuos: la moral de hombres y mujeres
La plasmación de personajes decadentes y de cuestionable moral no es exclusiva de los personajes varones, las mujeres aristócratas, y más concretamente la figura de la emperatriz, está marcada por una serie de tópicos misóginos que las representan como mujeres manipuladoras que con sus malas artes corrompen a los hombres. Veremos cómo, al igual que los personajes masculinos, están marcadas por las relaciones de género de su tiempo, enfrentando el modelo de positivo de mujer recta, comprensiva y bondadosa de las protagonistas que generalmente son cristianas o se convierten frente al peyorativo de la mujer frívola, envidiosa, seductora y cruel que encarnan las emperatrices de la dinastía Julio-Claudia.
«Yo soy ambiciosa, perversa y mala» Messalina (1951)
Esta oposición también se aprecia frente al arquetipo del protagonista masculino del peplum, en el cual el hombre es admirado, carismático, atractivo y viril, capaz de resistir la influencia debilitadora de las mujeres a la par que las seduce. Por supuesto, arquetipo que no cumplen emperadores como Claudio, Calígula o Nerón. Aun ostentando el protagonismo de la película como es el caso de Mesalina esta es su representación, y de nuevo tomando el ejemplo de Quo Vadis?, Popea se revela como la verdadera y última villana de la película.
¿Os suena esta estampa? Cualquier emperatriz peplum que se precie aparecerá cubierta por un lujoso atuendo recostada en su diván con gesto de superioridad.
Esta representación de la emperatriz romana es apreciable también en el elemento visual de la película. Frente a las mujeres humildes o cristianas que actúan de forma moderada y recatada, la emperatriz va a ser representada rodeada de lujo y alardes de ostentación como es la presencia de séquitos de esclavos atendiéndolas, acicalándose frente al espejo o en baños, así como luciendo joyas y vistosos y recargados vestidos.
Sensuales matronas y emperadores depravados: Sensualidad y erotismo en el cine de romanos.
La representación de la corte romana en el peplum está marcada por un fuerte componente de sensualidad, y si bien es un elemento habitual del género, el entorno regio ofrece un lugar perfecto para desarrollar este tipo de elementos. Las descripciones que los autores antiguos transmiten cargadas de propaganda muestran todo tipo de excesos que son hábilmente extrapolados al cine, siendo otro de los aspectos que conforman la imagen de la Roma pagana y decadente. Además de la aparición de bailarinas ligeras de ropa y las escenas de desenfrenadas fiestas, de nuevo es la emperatriz quien va a protagonizar comportamientos lascivos y, podríamos decir, censurables como es el adulterio de Mesalina y Popea, prácticamente delante de sus maridos.
«La emperatriz requiere tu presencia en su pabellón, legado» Quo Vadis? (1951)
Esta imagen corrompida de la corte romana se mantendrá y evolucionará con el tiempo, siendo Yo, Claudio una producción muy representativa. En ella vamos a apreciar el uso decomportamientos sexuales para la política y las intrigas, así como la perversión total de algunas figuras como Tiberio o Calígula a través del incesto y la violación. La representación de Calígula en estas películas de los años 50 va a ser la de un demente, pero evolucionará a la de un depravado en series como Yo, Claudio, dando pie a la creación de un subgénero en los años 70 y 80 centrado en la perversión de la corte romana conocido como Caligula explotation. La imagen de hombres y mujeres que se transmite a través de estos ejemplos es la de cómo el poder es un preámbulo, y causa, de la desviación moral y sexual.
Tiberio en Calígula (1979) representa la degeneración moral del gobernante, hasta el punto de ser la corrupción de su cuerpo un reflejo de la de su interior. Como él mismo le confiesa a Calígula, «El destino impuso que gobernaran cerdos, y de viejo me he convertido en uno».
La película Calígula de Tinto Brass (1979) es un buen ejemplo de hasta qué punto el erotismo queda vinculado a la percepción popular de la corte romana. Cabe mencionar junto a ello la popularidad de este tema en el cine pornográfico y de destape. Incluso recientemente, algunas producciones de temática romana están marcadas por un fuerte componente sexual que no se aprecia tan frecuentemente en otros géneros, como son las series de Roma (2005) y Spartacus: Sangre y Arena (2010). Ello puede evidenciar hasta qué punto la plasmación de unas circunstancias ubicadas en la dinastía Julio-Claudia trascienden a la representación de Roma en ambientaciones ajenas a estas como es la época republicana.
«No se si está bien siendo tu tío abuelo, ¿Pero quién sabe en estos tiempos lo que está bien? En cualquier caso, bien hecho. Veamos cómo Servilia compite con un jovencito suave como tú. Menudo poder tenemos.» Rome (2005)
El castigo de los tiranos: el triunfo del bien y su componente moralizante
Luego de que los abusos y despropósitos de estas figuras de poder sean mostrados a lo largo de la película, el mal que representan es derrotado y sufren un escarmiento por sus viles actos. Este castigo será diferente, dependiendo del argumento de la película, pero se saldará bien con la humillación o mediante fatales consecuencias. Señalando algunos ejemplos, la humillación de Calígula en La túnica sagrada se producirá cuando los cristianos demuestren no temerle y tener fe en su dios delante de toda la corte, aterrorizándole. Por otra parte, encontramos el reconocimiento de Augusto en un soliloquio de que sus rivales eran mayores que él en Cleopatra.
Finales más trágicos pueden encontrarse en Quo Vadis? cuando Nerón descubre que las manipulaciones de Popea son las que le han llevado a hacer cosas atroces y precipitado su caída. La película concluirá con el asesinato de Popea a manos de Nerón y el suicidio de este. De igual modo, las maquinaciones de la emperatriz en Mesalina (1951) acabarán con el desprecio de esta en la corte y su suicidio en la calle antes de ser apresada, tras lo cual sus captores declaran ante los curiosos que no es sino “otra prostituta asesinada”.
«Muertos, todos muertos…mi querida madre, Octavia, […] mi amigo Petronio, todos muertos. Sólo quedas tú, tú dijiste mata a los cristianos, tú hiciste revolverse a mi pueblo […] tú eres mi espíritu malo» Quo Vadis? (1951)
Esta representación del castigo por los malos actos ejercidos desde el poder se apreciará también en producciones posteriores como Yo, Claudio, siendo uno de los mejores ejemplos las súplicas que Livia transmite a Claudio en su lecho de muerte, viéndose sola y temerosa de rendir cuentas por sus malos actos. Este aspecto moralizante es, en última instancia, uno de los principales elementos del peplum. A fin de cuentas, se trata de historias en muchos casos maniqueístas, en las que los héroes o el bien triunfan y los villanos son castigados.